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Ya no importa medir, conocer la exactitud con que
una nueva matemática
podría proponer descripción del estado de las cosas,
y tendencia a las huidas tipo otoño.

Medir, conocer qué diámetro de qué circunferencia
nos encierra y transforma en líneas que cortan rebasan
los límites del sentimiento, más allá de lo que se conoce.
El sitio que ignoran incluso las aves invierno, los patos bandada
en ángulo sobre el cielo, como si ellos mismos fueran la frontera
que debe cruzarse.

Ya no importa. Nunca nos dijeron dónde se encuentra
la tierra templada,

lo cierto es que ni siquiera regresaron
a los nidos en la cuenca de los ojos que los vieron partir.


Ya no importa. El arco del corazón se traza a sí mismo

bajo la tensión de fórmulas sentimentales
que intentan definir el melancólico empuje del otoño.


Digo que más allá de lo que se conoce,

más allá de la región puro pensamiento
cazador de mariposas.